Texto extraído de la revista Ekintza Zuzena nº23, aportado para el debate en el proceso de refundación de Lucha Autónoma
documentos de la refundación

ORGANIZACIÓN POR REDES

    Conscientes de que la estructura cerrada, vertical y jerárquica de los partidos resulta cada vez menos eficaz para articular la dinámica social, los nuevos movimientos cívicos se organizan cada vez más conforme al modelo de red que, como señala M. Ferguson, "es la institución de nuestro tiempo: un sistema abierto, una estructura disipativa tan rica y coherente, que se encuentra continuamente en estado de flujo, en un equilibrio susceptible de reordenación continua, abierta indefinidamente a la transformación. Esta forma orgánica de organización social es más adaptativa desde el punto de vista biológico es mas eficaz y más consciente que las estructuras jerárquicas de la civilización moderna. La red es plástica, flexible. Realmente, cada miembro es el centro de la red. Las redes cooperan, no compiten. Tienen auténtico arraigo popular: se autogeneran, se autoorganizan, y a veces incluso se autodestruyen. Su existencia supone un proceso, se  parece a un viaje, no a una estructura congelada".

    En cualquier modelo de organización jerárquica, el dominio de la estructura se asegura mediante el continuo filtro de los flujos de información que ejercen los jefes, encargados de in-formar a los demás (“dar for-ma", modelar y uniformar comportamientos). La organización política de los partidos reproduce este tipo de estructura basada en la autoridad de los jerarcas que con diversos pretextos, como la "razón de Estado", filtran la información a través de los sucesivos niveles de su aparato.
    Por el contrario, la organización bajo el modelo de la red es mucho más intuitiva, y se asemeja al modelo orgánico de los seres vivos. Dentro de una red no hay centros caracterizados de poder, no hay jefes definidos filtrando información; esta fluye libremente en todas direcciones, favoreciendo la cooperación entre los miembros de la red.
    La lógica del dominio exige informar unidireccionalmente, mientras que la lógica de la cooperación implica poner en común (cum munio), comunicar sin restricciones la información que posee cada miembro. El espíritu congelado de la organización burocrática responde a criterios egoístas y restrictivos. Quien más y quien menos acopia información en su propio beneficio. Pero en el modelo de red este criterio no tiene validez, el espíritu altruista viene inspirado por la inteligencia.     De la misma manera que aquél que abona y riega convenientemente un árbol tiene amplias posibilidades de comer de sus frutos, quien enriquece el entorno recibe también, tarde o temprano, el premio de una información de retorno amplificada. El principio de sinergia  - el todo es más que la suma de las partes- rige en las redes sementadas, que obtienen su energía de la asociación a base de combinar habilidades, instrumentos, estrategias, elementos y contactos entre sus miembros.
    El modelo de organización en red guarda escasa analogía con el de una federación como las de los sindicatos y partidos donde la federación no es más que una forma nominal de organizar unidades clónicas que dependen de una jerarquía central. Sin embargo, los miembros de una organización en red comparten con-tenidos ideológicos comunes, sin perjuicio de la idiosincrasia y objetivos de cada grupo, sin ninguna vinculación jerárquica. Ante un llamamiento a la acción común surgido a propuesta de un elemento concreto de la red, cada grupo actuará según considere conveniente sumándose o no a la iniciativa.
    Una red está integrada por una infinidad de colectivos. En principio no existen intereses totalmente comunes, cada grupo tiene su propio ideario y programas de actuación, aunque en general hay que suponer que la pertenencia a una red determinada implica la existencia de cierta  afinidad. Pero basta que en un momento dado surja en uno de sus puntos una iniciativa con el suficiente atractivo para ser asumida por una mayoría de la red, para que la información se propague por ella en toda su amplitud. Comienza entonces un amplio flujo de feedback, o información de retorno, que retroalimenta y amplifica la iniciativa original. A partir de ese momento, el punto del que partió la iniciativa se convierte en el centro provisional y temporal de la red. Difunde su programa, metodología, consignas y planificación de operaciones y la red responde. A su manera, cada punto de la misma  reproduce, amplifica y reinterpreta los mensajes. Los carteles, octavillas, pintadas, convocatorias en radios libres y artículos en fanzines surgen como por ensalmo desembocando en acciones específicas. Dependiendo de la amplitud y densidad de la red, el resultado de ese proceso puede concretarse en el boicot a una corporación industrial, una campaña de insumisión o una lucha campal para impedir un convoy de residuos radiactivos. Una vez terminada acción específica que originó la convocatoria, todo ese vasto complejo de organización virtual se disuelve. Los grupos se relajan, el centro provisional deja de serlo, la red regresa al estado de reposo.
    Un proceso de este tipo no se desarrolla por arte de magia. En el fondo del mismo laten una serie de principios explicados por el Nobel Ilya Prigogine. Éste denomina "estructuras disipativas" a los sistemas abiertos, es decir, sistemas cuya estructura se mantiene por una disipación continua de energía, creando la posibilidad de un "reordenamiento" brusco desde el caos, desde el desorden, hacia una mayor complejidad.
    A efectos de organización, el modelo de red ofrece la ventaja del ahorro de energía. El factor fundamental del bajo consumo energético viene definido por los periodos de latencia por los que atraviesa la red. Una vez finalizada la iniciativa concreta que originó el  movimiento, la estructura creada para ese fin se deshace y aunque cada grupo siga manteniendo su propia actividad, la organización general de la red entra en estado de reposo. El ocio es un lujo que no se puede permitir una organización basada en una estructura rígida, la cual se encuentra obligada a mantener permanentemente sus estamentos y jerarquías a costa de un gran consumo energético. El ejemplo más claro de mantenimiento de una estructura sin cometido específico lo constituye el ejército, permanentemente constituido aunque la nación atraviese un largo periodo de estabilidad en la relación con sus vecinos fronterizos.
    A los ojos de un burócrata partidario de la "organización cristal" (basada en la redundancia), el modelo de organización por redes (basado en el paradigma del orden a partir del caos) resulta una idea detestable. Especialmente si pertenece a la Izquierda Establecida, pues el centralismo (“democrático” según ellos) fue una funesta concepción de la izquierda que basó su modelo organizativo en las tácticas leninistas. De aquellos polvos revolucionarios de la madre Celestina hoy tan sólo quedan los lodos de la burocracia cuyo lastre impide la adecuación de partidos y sindicatos a las modificaciones sufridas en el entorno. Sin embargo, la esencia de la evolución consiste precisamente en la adaptación al cambio.
 

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